MELODIAS QUE TRAEN A MASHIAJ

UNIVERSIDAD DE LA TORÁ: Artes (Música)

EL REBE DE KALEV

Cuando el Baal Shem Tov regresó de su tentativa de viaje a la Tierra de Israel, pasó por Hungría. Llegó a la ciudad de Szerencs durante un día de mercado. Al anochecer, reunió a la gente del pueblo y pronunció un discurso.

Entre sus palabras, dijo:

«Hay sabios que van al mercado a negociar y luego van a comer y beber, escuchar música y disfrutar de los placeres. No así los necios – quienes, de camino al mercado, antes de hacer ningún negocio, ya van a ver a los músicos y pierden su riqueza y dinero en comida, bebida y otros placeres, quedándose con las manos vacías, sin un céntimo. Así, también pierden el mercado».

La parábola, por supuesto, se refiere a los judíos que pierden el mundo eterno, la vida del Mundo Venidero, por los placeres fugaces de este mundo pasajero.

Durante su estancia en la ciudad, el Baal Shem Tov se alojó con Rabí Moshe Iejezkel y su esposa Reizel, judíos adinerados conocidos por su gran hospitalidad, y se hicieron muy amigos suyos. Antes de partir, agradeció a sus anfitriones y los bendijo preguntándoles: “¿Cuál es vuestra petición?”. Respondieron que no tenían hijos y que deseaban tener descendencia longeva y duradera.

El Baal Shem Tov respondió que si aceptaban perder todas sus riquezas la salvación llegaría con la ayuda de Di-s. Ambos estuvieron de acuerdo. El Baal Shem Tov añadió que les nacería un hijo que iluminaría el mundo.

De hecho, en 5511 (1751), la pareja fue bendecida con un hijo al que llamaron Itzjak Aisik. Poco después del nacimiento el padre falleció habiendo perdido ya su fortuna, y a medida que el niño iba creciendo ayudaba a mantener a su pobre madre trabajando como pastor.

Más tarde, el tzadik Rabi Leib de Sará atrajo al joven hacia sí y este se convirtió en el santo Rabi Itzjak Aisik de Kalev, quien servía maravillosamente a Di-s con melodías. Tomaba canciones seculares de los pastores y las elevaba a la santidad.

Una vez, el Rebe escuchó a un pastor tocar la flauta y cantar una emotiva canción de amor:

«Bosque, bosque, qué grande eres. Rosa, rosa, qué lejos estás…».

 El Rebe se acercó al pastor, le ofreció una moneda y le pidió que volviera a cantar la melodía. Cuando el pastor terminó el Rebe se postró y comenzó a cantar con el corazón lleno de anhelo, usando la melodía del pastor, pero, con otras palabras:

«Exilio, exilio, que lejos estás. Sagrada Shejiná, qué lejos estás. Si tan solo se eliminara el exilio, todos estaríamos unidos…».

Después, el Rebe le pidió al pastor que volviera a cantar la melodía, pero el pastor la había olvidado por completo. Entonces el Rebe les contó a sus seguidores más cercanos que esta melodía fue cantada por los Hijos de Israel junto a los ríos de Babilonia:

«Allí nos sentamos y lloramos al recordar a Tzión».

Se dice que cuando Rabi Naftali Tzvi de Ropshitz escuchó esta canción por primera vez, dijo que cuando el Rebe de Kalev canta esta melodía, produce conmoción en los mundos superiores despertando la fuente de la misericordia. Y grupos de ángeles misericordiosos acuden a saludar al santo Rabi Leib de Sará (quien había acercado al Rebe de Kalev) en su palacio celestial, alabando:

«Bendito sea quien nos dio esta preciosa alma».

El Rebe de Kalev provenía de la raíz del alma de David el rey de Israel, el pastor y dulce cantor de Israel. Sus canciones de nostalgia, cantadas con la elevación del alma traen al Mashíaj a la presente realidad. La cámara de la melodía se encuentra junto a la cámara de la teshuvá (arrepentimiento), que devuelve el alma al Jardín del Edén y lleva a toda la nación de Israel y al mundo todo a la redención completa.

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