¿Las generaciones en los “buenos tiempos pasados” eran mejores que las actuales? ¿O son estos los buenos tiempos pasados?
Con un año que termina año y uno nuevo que está por comenzar, es apropiado hacer un balance de nuestra situación como sociedad. ¿Dónde nos encontrábamos anteriormente? ¿Estamos progresando o retrocediendo?
Muchos recuerdan ‘los viejos tiempos’, cuando las cosas parecían ser espiritualmente mucho mejores de lo que son hoy en día. De generación en generación experimentamos un descenso espiritual, ¿cómo podríamos compararnos con las generaciones anteriores? Los Sabios Talmúdicos judíos hablaban de una diferencia relativamente pequeña entre una generación y otra: “Si las primeras generaciones fueron como ángeles, entonces nosotros somos como humanos. Si las primeras generaciones fueron como humanos, entonces somos como burros”.
Ahora, después de que han pasado tantas generaciones, ¿Qué podemos decir de nosotros?
Los cabalistas enseñan que todas las generaciones son como una gran persona. Las primeras generaciones son como la cabeza, mientras que las últimas son como la parte más dura del pie, “los talones de Mashíaj”. La oscuridad se intensifica y es fácil desesperarse, Di-s no lo quiera.
La porción de la Torá que se “oculta” entre Rosh Hashaná y Yom Kipur es Vaielej. En esta porción de la Torá Moshé pasa el cetro del liderazgo de la Nación de Israel a Iehoshúa. Moshé, de 120 años, pasa al siguiente mundo (“Y fue Moshé”) y Iehoshúa toma su lugar. ¡Eso también es un descenso generacional! Moshé fue “el hombre de Di-s”, nunca surgió un profeta como él. Sacó al pueblo judío de Egipto y nos trajo la Torá, su rostro brillaba como el sol. En cambio, Iehoshúa, con todo respeto, no fue así. “La cara de Moshé era como la cara del sol y la cara de Iehoshúa era como la cara de la luna”. ¿Una mera imitación?
Sin embargo Moshé sale del escenario para dar lugar a Iehoshúa. Es él quien completará la misión de Moshé y traerá a la Nación de Israel a la Tierra Prometida. Como tal el descenso es en realidad progreso. Podemos recordar nostálgicamente a las grandes figuras del pasado, diciendo: “¿Qué podemos hacer nosotros en comparación con ellos?” Así, Di-s y Moshé fortalecen a Iehoshúa y al Pueblo de Israel: “Sean fuertes y valientes, no tengan miedo”. Ha llegado tu hora.
En verdad, paralelamente al descenso generacional hay un proceso interno de ascenso. Por un lado nos alejamos cada día más de la entrega de la Torá, del Templo Sagrado y de las grandes almas de los profetas, los Sabios Talmúdicos y todos los grandes tzadikim de las generaciones anteriores.
Pero hay una luz interior, más oculta, que se intensifica con el paso de cada generación. Por ejemplo, hay capas ocultas de la Torá que se están revelando específicamente en estas últimas generaciones. En definitiva, estamos progresando hacia la redención. Somos lo más cerca que alguien ha estado de la llegada de Mashíaj. Es cierto que somos como enanos en comparación con las generaciones anteriores, pero cuando los enanos se paran sobre los hombros de los gigantes, pueden ver el objetivo: la redención final.
En un nivel más profundo, estos no son dos procesos paralelos de descenso exterior y ascenso interior. Es Di-s quien nos ha enviado a todos estos lugares bajos. Es Él quien nos ha llevado a un constante descenso generacional, porque quiere que su luz alcance esos rincones y grietas oscuros.
No sería una “gran hazaña” traer la redención en una generación que fuera completamente justa y recta. El giro en esta trama es que la redención viene por personas como nosotros. A pesar de todas nuestras debilidades y deficiencias, “Di-s deseaba hacer para Él una morada en los mundos inferiores”. Por eso nos envía a un lugar tan bajo, ¡para que la redención brote de allí!
Nuestro año nuevo 5779 es el año más apropiado de todos los que lo precedieron para llevarnos a la redención verdadera y completa.
Gmar jatimá tová leshaná tová umetuká!
¡Que seas sellado para un año bueno y dulce!