AFERRARSE AL ÁRBOL DE LA VIDA

La conexión con un tzadik es un pilar fundamental en el camino del jasidismo. ¿Cuál es la esencia de esta conexión y cuál es su propósito? ¿Cuál es la relación entre la conexión con un tzadik en particular y el encuentro con otros tzadikim? ¿Cómo contribuye esta conexión a descubrir mi verdad interior, personal y única? Un artículo especial sobre la conexión con el Árbol de la Vida.

Escrito por Itiel Giladi
📂 Categoría: 15 shevat, jasidut

En Tu BiShvat celebramos el Rosh Hashaná de los árboles. Para los jasidim, el árbol representa el “Ilaná DeJayé” (“Árbol de la Vida”): el tzadik en cuya sombra nos refugiamos, al que nos adherimos y con quien nos conectamos (como lo expresan los jasidim de Jabad el 10 de Shvat, aniversario del liderazgo del Rebe de Lubavitch, al pedir mérito para “aferrarse al Árbol de la Vida”).

En términos generales, las raíces del árbol son las almas de los tzadikim; el tronco es la Torá jasídica, desde el Baal Shem Tov hasta todos sus discípulos y los discípulos de sus discípulos; las ramas son los jasidim, y los frutos dulces son las mitzvot y las buenas acciones que florecen a partir de la energía vital que fluye en el árbol (la savia que asciende en los árboles).

Para aquellos que no están familiarizados con esta idea, el concepto de conexión con un tzadik puede parecer desconcertante: ¿Por qué una persona debería anularse ante alguien más? ¿No perdería así su propia identidad y misión única? Además, el jasidismo enseña que la conexión debe ser con un tzadik específico (pues quien busca “recolectar néctar” de muchos tzadikim, seleccionando lo que le parece mejor, en realidad sigue siendo solo jasid de sí mismo…). ¿No se pierde entonces el vínculo con otros tzadikim que, según la Mishná, son “todos amados, todos puros, todos valientes, todos sagrados”?

El anhelo de conectarse con un tzadik surge de una gran humildad, cuando la persona reconoce que, sin entregarse a un verdadero guía espiritual que la eleve en su servicio a Hashem, se encuentra estancada. Esta conciencia genera apertura para buscar un tzadik y anularse ante él, fomentando el encuentro con múltiples tzadikim para encontrar aquel que está específicamente vinculado con su alma.

Cuando uno encuentra su tzadik, se identifica con él, con sus seguidores y sus costumbres (separándose, aunque con aprecio, de las costumbres de otros tzadikim, tal como una esposa se consagra solo a su esposo). Sin embargo, una vez que esta conexión se establece firmemente y la persona absorbe del tzadik su camino en el servicio divino, llega el momento de integración: se puede conectar con otras corrientes, influir en todo el pueblo de Israel y enriquecerse también con la sabiduría de otros tzadikim.

En este punto, se siente cómo el tronco es uno solo, la verdad esencial es compartida por todos los tzadikim, y la diversidad de enfoques simplemente ilumina diferentes facetas del mismo tzadik especial con quien uno se conecta. Esto profundiza la comprensión de su enseñanza y enriquece el servicio a Hashem.

En realidad, esta es la esencia de la conexión con un tzadik:
No es para anular la relación personal con Hashem, sino para revelar la verdad interior de la propia alma, identificar la misión única de cada uno y recibir vitalidad en su servicio divino.

Un tzadik verdadero es aquel en quien la verdad brilla con claridad. Está libre de los cálculos mezquinos del mundo, actúa con rectitud y fidelidad a su alma, y en esencia encarna el anhelo más profundo de cada persona: ser fiel a su historia interior.

Por eso, inspira a los demás a ser auténticos y rectos como él, ayudándolos a descubrir su propia verdad y vivir conforme a ella.

En este sentido especial, cuanto más conoce una persona a diferentes tzadikim, cada uno revelando una faceta única de la verdad, más desarrolla su sentido interno para encontrar su propia verdad y dar frutos dulces y especiales en su vida. 🍃✨

Juguetes que Desarrollan

De los caminos del jasidismo en los discursos y cartas del Rebe Rayatz de Lubavitch:

Mi cuarto maestro fue el jasid y oved (servidor de Hashem) Rabí Shmuel Betzalel – Rashbatz – quien alcanzó un alto nivel tanto en conocimiento como en el servicio a Hashem. Mi maestro, Rashbatz, tenía una mente profunda y refinada, y gracias a su capacidad de explicación, podía aclarar cualquier historia desde una perspectiva interior de Jabad. Rashbatz tenía una explicación interna única sobre la grandeza y el nivel de los primeros jasidim, a quienes tuvo el mérito de conocer. Comencé a estudiar con él en el año 5654 (1894).

Gracias a las lágrimas de mi padre y al despertar de la misericordia celestial, tuve el mérito de recibir una guía exitosa en los días de mi infancia.

Mi padre se esforzó mucho en desarrollar mis sentidos e incluso en mi niñez me dio juguetes que estimulaban mi comprensión, mi imaginación y mi capacidad de visualizar.

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