HALAJÁ CON RAICES ESOTÉRICAS

HISTORIAS JASIDICAS

El Turei Zahav

Rabi David HaLevi Segal, conocido como el Turei Zahav o “el Taz” por su gran obra sobre el Shulján Aruj, fue una de las más grandes autoridades halájicas. Nació en el año 5346 (1586) en la ciudad de Ludmir, siendo su padre, el Ga’on Rabí Shmuel. En su juventud, aprendió de su padre y de su hermano mayor Rabí Itzjak (autor del Responsa Mahari HaLevi). Se casó con la Rebetzin Rivká, hija del Ba”J, el gran rabino Ioel Sirkes, a quien cita respetuosamente en sus libros como “mi maestro y suegro”. Inicialmente, fue apoyado por su suegro en Brisk, luego se mudó a Cracovia. Más tarde, ejerció como rabino en varias comunidades, entre ellas Ostroh (Ucrania), donde fundó una importante Ieshivá. Durante los terribles pogromos de los años 5408-5409 (1648-1649), el Taz huyó, y finalmente se estableció en la ciudad de Lvov (Lemberg), donde se convirtió en uno de los líderes del “Consejo de las Cuatro Tierras”. Falleció el 26 de Shevat de 5427 (1667). En su lápida está escrito: “He aquí, cuando aún vivía, ya merecía que la ley se decidiera según su opinión. Las enseñanzas que enseñó son claras y bien estructuradas”.

Te has esforzado y has encontrado

El Taz trabajó mucho en la Torá, como él dijo: “La Torá sólo es sostenida por aquel que se mata por ella, es decir, aquel que se dedica al pilpul (análisis agudo) y a los intensos debates de Torá… a través del trabajo y el esfuerzo”. El Taz se dedicó al estudio de la Torá en medio de la pobreza y las dificultades, y se dice que a través del poder de su estudio y pilpul, logró la curación y la salvación:

La hija de un hombre rico enloqueció. El hombre rico fue al Taz y le pidió que rezara para que su hija fuera sanada. El Taz le acompañó a su casa. Tan pronto como abrió la puerta, la enferma abrió la boca y dijo: “Bienvenida, nuestro maestro”, y volvió la cara. “¿Por qué apartaste tu rostro?”, preguntó el Taz a la muchacha, “Porque los malvados no pueden mirar los rostros de los justos [un espíritu de una persona malvada había entrado en ella]”, respondió ella. “Porque debe ser sabido por el maestro que en el cielo te llaman ‘Nuestro maestro, el Ga’on, nuestro maestro Rabí David, autor del Turei Zahav’“. “Si es verdad que soy estimado en el cielo”, respondió el Taz, “decreto que seas curada, porque hoy resolví una cuestión difícil en el Tur de acuerdo con las enseñanzas auténticas de la Torá. Que por este mérito tengas curación”. Y así fue, y la enferma fue sanada.

La virtud del trabajo y el pilpul, incluso antes de llegar a la conclusión halájica, es como la virtud de la preparación para una mitzvá, como enseñó el Baal Shem Tov. Los sabios afirman: “[Si] te has esforzado y has encontrado [el éxito], cree [en ello]”.[1] Por el mérito de su trabajo en la Torá, el Taz mereció que sus libros y regulaciones fueran aceptadas en todo Israel.

En la introducción de su trabajo, el Taz ensalza al Beit Iosef por pasar a la acción “para que la Torá no se dividiera en dos tradiciones”. Con el tiempo, sin embargo, la preocupación regresó, pues las disputas aumentaron y una vez más parecía que la tradición se dividiría. Por ello, después de algunas vacilaciones, el Taz decidió imprimir su trabajo: “Y llamé a esta compilación mía Turei Zahav [Columnas Doradas], para que las palabras del propio Tur y del Shulján Aruj fueran aclaradas”. En el nombre de su obra, se insinuó a sí mismo, ya que el valor numérico de su nombre, “David” (דָּוִד) es el mismo que “dorado”, Zahav (זָהָב).

El autor del Pnei Iehoshúa escribió acerca del Taz: “El creador del testimonio, cuyos escritos y normas ya se han hecho célebres en todas las comunidades de Israel, y por su luz caminamos, porque la ley es de acuerdo con su punto de vista en la mayoría de los lugares, porque él es la mayor de las autoridades de los últimos tiempos y la primera entre ellas, por encima del cual no hay ninguno”.

El día del fallecimiento del Taz cae cerca de Parashat Itró, en el que leemos sobre la entrega de la Torá y el establecimiento del sistema legal, “Moshé se sentó para juzgar al pueblo”. Itró dio consejos clave sobre cómo establecer el sistema judicial, cuya conversión al judaísmo es una reminiscencia del versículo, “como la ventaja de la luz sobre las tinieblas”,[2] porque la palabra “ventaja”, itron (יִתְרוֹן) contiene su nombre en hebreo, Itró (יִתְרוֹ). Del mismo modo, la clarificación de la ley por parte del Taz requirió de un gran esfuerzo, logrando finalmente extraer la luz de la oscuridad. De hecho, los sabios describen el Talmud de Babilonia como similar a la oscuridad, como se alude en el versículo: “‘Él me hizo sentar en tinieblas’[3], este es el Talmud babilónico”.[4]

El Taz vivió en una época muy difícil para el pueblo judío, que él experimentó directamente. Pero es precisamente de la profunda oscuridad de las penurias del exilio que una nueva luz comenzó a brillar sobre Tzión, la luz de la Torá de las grandes autoridades halájicas (y más tarde, la luz del movimiento jasídico).

El Divrei Jaim decía: “Teníamos al Rambám, que era único en la investigación filosófica. Teníamos al Arizal que era único en Cabalá. Teníamos al Turei Zahav que era único en la Torá revelada”. Esta división también se reflejó en los tres grupos de eruditos que estudiaron con Rabi Shneur Zalman de Liadi, el Alter Rebe de Jabad. Cada grupo había dominado cantidades cada vez mayores de Torá. El primer grupo era para aquellos que dominaban los libros de Torá revelada. El segundo grupo era para aquellos que dominaban las obras de Cabalá. Y el tercer grupo era para los competentes en obras de investigación filosófica. Hermosamente, la suma de los nombres propios de estos tres gigantes, Maimónides, el Arizal y el Taz: “Moshé Itzjak David” (מֹשֶׁה יִצְחָק דָּוִד) es el mismo que el valor del primer nombre del Alter Rebe, “Shneur” (שְׁנֵיאוֹר), que significa “dos luces”, aludiendo a las enseñanzas reveladas y ocultas de la Torá.

El Taz también era grande en el reino esotérico, y si sus palabras son difíciles de entender basadas en la Torá revelada, ellas tienen su raíz en lo oculto. Como se transmitió en nombre de los discípulos del Baal Shem Tov, “Las palabras de nuestro maestro el Turei Zahav, bendita sea su memoria, se encuentran entre los elevados secretos… que están velados para nosotros y o nuestros hijos, porque están muy ocultos en su interior” (el Rebe de Munkatch). La Cabalá es la luz y la halajá es el recipiente, pero “la raíz de los recipientes es más elevada que la raíz de las luces”.[5] Específicamente en las enseñanzas reveladas del Taz hay una revelación suprema, “la ventaja de la luz sobre las tinieblas”, como se mencionó anteriormente.

El Taz y el Shaj

Está escrito en el Haiom Iom en nombre del Alter Rebe: “Todos los autores, incluyendo el Taz y el Shaj, compusieron sus obras con ru’aj hakodesh (espíritu de santidad), y el asunto del ru’aj hakodesh… es que le revelaron los secretos de la Torá, que es desde la sabiduría oculta”.[6]

Ru’aj Hakodesh se refiere a la capacidad de dictaminar con precisión en la halajá, así como a la revelación de los secretos de la Torá ocultos dentro de las enseñanzas reveladas de la Torá. Esto es particularmente notable en el trabajo del Taz.

La relación entre el Taz y el Shaj proporciona una asombrosa historia. Las dos obras fueron impresas en el mismo año, cuando el Taz tenía sesenta años y el Shaj veinticuatro. Después, el Shaj escribió anotaciones criticando al Taz, llamadas Nekudot HaKesef, y las idas y venidas con respecto a las opiniones de estos dos gigantes continúa hasta el día de hoy. Los dos también se conocieron en persona, como relata el Shaj: “Que no entre en la mente del lector que, desde que puesto que yo, Di-s no lo quiera, tuve una disputa con el autor del Turei Zahav, o que tengo algún resentimiento hacia él, o que compuse digresiones sobre su obra. Porque es conocido por todos que la explicación de los sabios del versículo, “Y al final, Vaheb [וָהֵב, un topónimo cuyo valor es 13, lo mismo que “amor”, ahavá (אַהֲבָה)]”[7] se cumplió al final de nuestra interacción. La Torá siempre busca morar en su hábitat natural, y yo fui anfitrión del Turei Zahav durante tres días, y le honré mucho más allá de lo que se puede contar. Y él también se sintió muy honrado por mí, hasta el punto de que me besó en la cabeza y se regocijó en mí verdaderamente, como el regocijo que se encuentra en la celebración de las libaciones de agua en Sucot“.

Existen diferentes tradiciones con respecto a cuál autoridad halájica, el Taz o el Shaj, tiene más autoridad y, por lo tanto, debe seguirse. A partir de las palabras del Alter Rebe, parece que no hay un enfoque uniforme aquí, y depende del contexto.

La aspiración de llegar a un “dictamen halájico claro, todo en un solo lugar” es mesiánica. Es similar a la bendición: “Devuelve a nuestros jueces como eran” (en el Gran Sanhedrín que tendrá la última palabra en las decisiones halájicas para todo el pueblo judío). El Maguid de Mezritch instruyó al Alter Rebe para que compusiera su Shulján Aruj con este propósito.

El Taz tenía una predilección especial por el comentario de Rashi sobre la Torá, sobre el cual compuso su obra Divrei David. Esto es similar al Rebe de Lubavitch, quien se dedicó extensamente a explicar el comentario de Rashi sobre la Torá (y, por supuesto, citaba el Divrei David del Taz).

Un hermoso talit

El Turei Zahav rezaba con un talit (manto de oración) que estaba muy desgastado y andrajoso, que había usado durante muchos años. Cuando las mujeres de su comunidad le vieron rezar en este talit roto y viejo, compraron un talit hermoso y elegante y se lo trajeron. Cuando vio el nuevo talit, el Taz les dijo a las mujeres: “Muchas gracias a ustedes por su preciosa donación, pero no quiero envolverme en un nuevo talit, porque el anterior testificará por mí en el Mundo Venidero que nunca tuve ningún pensamiento inapropiado mientras rezaba la Amidá“.

Se dice que en los días de la autoridad halájica del Shoel uMeishiv, necesitaban exhumar la tumba del Turei Zahav (por orden de las autoridades). Cuando su tumba fue abierta, su cuerpo y su ropa estaban intactos. Evidentemente, estaba envuelto en el mismo talit con el que había orado toda su vida…

Sin embargo, trágicamente, el cementerio judío de Lvov fue finalmente profanado por las autoridades soviéticas, y se estableció un mercado central en sus terrenos. Los esfuerzos por salvar los cementerios de los tzadikim no tuvieron éxito. Bienaventurados los que redimirán el lugar de su sagrado lugar de descanso.


[1] Meguilá 6b

[2] Eclesiastés 2:13

[3] Lamentaciones 3:6

[4] Sanhedrin 24a

[5] Sefer HaMa’amarim 5649, pp. 243-244.

[6] Haiom Iom para 6 Shevat.

[7] Números 21:13

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