PREGUNTAS
al Rabino Guinsburgh:
Como músico estoy muy familiarizado con muchos estilos musicales. Me confunde la música jasídica moderna, en particular los ritmos disco y dance/trance, que también se aplican a las melodías de Jabad. Siento que estos ritmos despiertan el lado animal, el ego y el egocentrismo. Cuando participo en bodas familiares donde se tocan estos ritmos (por supuesto, con letras kosher), me resulta muy difícil conectar con la alegría durante el baile. ¿Cuál es la opinión del rabino al respecto? ¿Hay ritmos considerados judíos en comparación con los que no lo son? Algunos también afirman que el ritmo jasídico también proviene de los no-judíos (polcas, valses, etc.) y que todo es cuestión de costumbre.
Respuesta:
Tu intuición es muy acertada. Mantén las melodías originales de Jabad y melodías similares (de otros tzadikim y jasidim), tal como las cantaban los verdaderos servidores de Di-s en el pasado. Los ritmos modernos que mencionaste, que despiertan la mala inclinación (orgullo y lujuria), no son nada buenos. Aléjate de ellos. Sin embargo, en bodas y otras celebraciones similares, uno debe aceptar la discordia con amor en aras de poder disfrutar con los novios.
Más detalladamente: Son bien conocidas las palabras de Rabi Najman de Breslov: no se debe escuchar música interpretada por un músico malvado, sino solo por un músico kosher. Existe música positiva – una melodía kosher – y existe música negativa creada por personas que no son buenas; por consiguiente, la melodía en sí misma es vulgar y está llena de lujuria. Se suele decir que «una melodía no recibe impureza», y, sin embargo, existe una melodía creada originalmente a partir de la lujuria y la herejía, con la intención de despertar lujuria en quien la escucha, y es una melodía muy vulgar.
De hecho, muchas melodías jasídicas provenían de fuentes completamente extranjeras, pero fueron traídas al redil por tzadikim con grandes y refinadas almas que sabían cómo “convertir” la melodía específica, a veces con solo un ligero cambio, y transformarla en una melodía sagrada (como el Alter Rebe que tomó una melodía conocida como “La Marcha de Napoleón” y la convirtió en una melodía sagrada, extrayendo así la chispa de vitalidad sagrada que estaba cautiva en ella).
Una parte significativa de la música contemporánea es música vulgar, creada a partir de la lujuria, y en lugar de rectificar, corrompe. Desafortunadamente, gran parte de la denominada “música jasídica” es música muy vulgar con una influencia negativa; sería mejor que nunca se hubiera compuesto. Incluso si los cantantes son temerosos de Di-s, la música que interpretan no es más que una imitación del jazz, el pop y similares. Si bien no queremos hacer generalizaciones absolutas, así es como parecen ser las cosas.
Además, debemos distinguir entre melodía y ritmo. El principal problema con la música inadecuada reside específicamente en el ritmo. Este punto tiene su origen en la Cábala y el Jasidut: está escrito que existe una kelipá (cáscara de impureza) llamada Lilit, cuya guematria, 480, alude al tambor negativo, tof (תֹּף), en contraposición al tambor positivo de Miriam la Profetisa. El tambor es responsable del ritmo, y, por lo tanto, la principal atracción hacia la lujuria y las tentaciones reside en el ritmo.
En este contexto, se explica que, al recitar los Salmos con derramamiento del alma, se puede repeler esta kelipá (como se insinúa en la palabra “Salmos” (תְּהִלִּים) cuya guematria es 485; aun así, es costumbre llamar a los Salmos, Tilim (תִּלִּים), que también es igual numéricamente a 480), ya que David, Rey de Israel, “el dulce cantor de Israel” y “diestro en la interpretación musical”, se puso a sí mismo en el libro de los Salmos.
En nuestros días, la mayoría de las melodías negativas son más ritmo que melodía, hasta el punto de que a veces no hay melodía en absoluto, sino solo un tambor, solo percusión, solo ritmo, que despierta los niveles más bajos del alma y la corrompe. Es más, a veces no es música, sino simplemente ruido. En las leyes de Shabat se discute la prohibición de tocar instrumentos musicales en Shabat (no sea que uno repare el instrumento), y está escrito que hay cosas que parecen canciones, pero no se llaman canciones, ya que no se cantan de manera “agradable y tranquila”. “Agradabilidad” se refiere a la melodía en sí, sea hermosa o no, y “tranquilidad” se refiere al ritmo. De ser así, la música contemporánea que no se encuentra en la categoría de “agradabilidad y tranquilidad” no es canción ni melodía, sino simplemente ruido.
Que haya buenas nuevas, y que tengamos el mérito de escuchar y componer melodías kosher que eleven el alma, hasta la redención “con abundante canto y melodía” (en palabras del Rebe de Lubavitch).
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