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El santo Arí, el más grande de los cabalistas, enseñó una alusión sorprendente: La Torá dice acerca de una persona que sin querer mata a alguien: “Y no fue su intención, y Dios se lo trajo a su mano, y pondré para ti un lugar a donde pueda huir.”[1]

וַאֲשֶׁר לֹא צָדָה וְהָאֱלֹהִים אִנָּה לְיָדוֹ וְשַׂמְתִּי לְךָ מָקוֹם אֲשֶׁר יָנוּס שָׁמָּה

Aprendemos de esto que todos necesitamos una ciudad de refugio a la cual huir, ¡y esa ciudad de refugio es el mes de Elul!

Una ciudad de refugio en el tiempo

¿Por qué necesitamos una ciudad de refugio? ¿De quién se supone que debemos huir? Ciertamente necesitamos huir de nuestros pecados, nuestros malos hábitos, nuestros errores y nuestras oportunidades perdidas, de nuestra rutina que realizamos sin pensar. Hemos estado viajando a gran velocidad por la autopista de la vida y sin siquiera darnos cuenta, nos hemos atropellado. Por lo tanto, como una persona que sin querer mató a otra y encuentra un lugar protegido donde puede rehabilitarse, todos necesitamos un tiempo protegido, un lugar seguro para estacionar y recalcular nuestra ruta.

¿Qué debemos hacer para que el mes de Elul sea nuestra ciudad de refugio? Primero, la mejor ciudad espiritual de refugio es la Torá. Elul es el momento de reforzar nuestro estudio regular de la Torá (que quizás hemos ignorado un poco) para comenzar un nuevo tema de estudio y encontrar un buen compañero de estudio. El mejor lugar para hacer esto es en una ieshivá, para respirar aire limpio en un lugar puro. El estudio de la Torá, que se renueva en las ieshivot en Elul después de un breve receso de verano, es una ciudad de refugio. Incluso si una persona ha estado fuera de la ieshivá durante mucho tiempo, puede unirse nuevamente para Elul, “para ser testigo de la complacencia de Dios y para visitar en Su cámara”.[2]

Un nuevo espacio mental

En otra dimensión, el concepto “lugar” (makom) es una referencia a Dios, “El Makom, bendito sea”. A Dios se le llama “El Lugar” porque Él es “el lugar del mundo”. En todo momento, Él proporciona a toda la creación su existencia y su lugar. Por eso, cuando buscamos una ciudad de refugio, el mejor lugar para llegar es el abrazo de Dios, el entorno más asistido y protegido posible. Pero, ¿cómo podemos llegar allí?

No estamos recomendando una imaginación vacía de contenido, sino un trabajo intencional sobre nuestra conciencia: un pensamiento guiado, que se convertirá en una segunda naturaleza, por medio del cual viviremos literalmente en un espacio Divino, una ciudad de refugio en nuestra cabeza. Hacemos esto con la ayuda de las seis mitzvot únicas que se relacionan con la conciencia Divina. Como tales, estas mitzvot son constantes, podemos y debemos cumplirlas en todo momento:

  • Fe en Dios – “Yo soy Havaiá, tu Dios.[3]
  • Negación de la fe en la adoración de ídolos – “No tendrás dioses ajenos”[4]
  • Amor a Dios – “Y amarás a Havaiá tu Dios[5]
  • Temor de Dios – “Y temerás a tu Dios[6]
  • Unificación de Dios – “Oye Israel… Dios es Uno[7]
  • Protección contra pensamientos negativos – “Y no os desviaréis tras vuestros corazones y tras vuestros ojos[8].”

Estas mitzvot crean un “cubo” de conciencia Divina desde todas las direcciones:

  • El amor a Dios es el lado derecho del cubo de la conciencia, como un brazo derecho que abraza.
  • El temor a Dios es el lado izquierdo del cubo de la conciencia, que equilibra el derecho y resalta la brecha entre ellos.
  • Oye Israel… Dios es Uno es el frente del cubo de conciencia, en el cual unificamos todo el gran mundo en su fuente Divina.
  • Yo soy Dios es la fe arriba de nosotros en el cubo de la conciencia, en Aquel que nos sacó de Egipto y nos dio la Torá.
  • No tendrás otros dioses es la parte inferior del cubo de la conciencia, teniendo cuidado de no adorar a ninguna otra fuerza.
  • Y no os desviaréis tras vuestros corazones y tras vuestros ojos es la parte posterior del cubo de la conciencia, que nos protege de los pensamientos de lujuria que se cuelan en nuestras mentes a través de la “puerta trasera”.

Para obtener una explicación mucho más completa, consulte el libro de Rabi Ginsburgh, “Vivir en el Espacio Divino”.

Feliz Elul y deseándote mucho éxito en la ciudad de refugio que renueva el alma y construye la conciencia Divina.


[1] Éxodo 21:12
[2] Salmos 27::4
[3] Éxodo 20:2
[4] Ibid.
[5] Deuteronomio 6:5
[6] Levítico 25:17
[7] Deuteronomio 6:4
[8] Números 15:39

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