EL REGALO DE LA TORÁ
El fundamento de la existencia del pueblo judío es la Entrega de la Torá, que se nos ordena recordar siempre, y saber que Di-s es “el Dador de la Torá” cada día. La Torá es el mayor regalo de Di-s a la humanidad y al mundo. Para recibir este regalo de forma adecuada y plena, debemos contemplar cómo Di-s nos lo da y esforzarnos por estar a su altura.
Siempre que damos un regalo a otra persona, es importante decirle que es un regalo (“Quien da un regalo a su amigo debe informarle”), extender el regalo con ambas manos para que lo reciba, y entregarlo con un semblante agradable. Pero lo principal es dar el regalo de todo corazón, pues este es el aspecto más importante de un regalo. De igual manera, en la Entrega de la Torá, aunque se dice “pues no visteis forma”, podemos utilizar estas cuatro imágenes “físicas”: Di-s entrega la Torá desde Su boca, “de la boca del Todopoderoso”; Di-s escribe los Diez Mandamientos en las tablas con Sus diez dedos, por así decirlo, y tiende la Torá desde Su mano a la nuestra: “de Su diestra les dio una ley ardiente”; por supuesto, Di-s nos da la Torá “cara a cara”; y en la dimensión más profunda, Di-s nos da la Torá “con todo Su corazón”, desde el interior de “un corazón de fuego”.
Cada una de estas cuatro imágenes, que juntas forman una estructura completa, otorga una dimensión diferente a la entrega de la Torá:
Al entregar la Torá “boca a boca”, a través de la palabra Divina que también nosotros podemos pronunciar, nos otorga una “Torá de vida” – “porque son vida para quienes las expresan con la boca”.
En «Y las tablas eran obra de Di-s, y la escritura era escritura de Di-s, grabada (חָרות) sobre las tablas» – la obra de Di-s que nos fue entregada de Sus manos – recibimos la libertad (חֵרות) que conlleva el estudio de la Torá. Desde sus secretos más profundos hasta las minucias de la ley judía, la Torá nos libera de la esclavitud a la naturaleza del mundo.
“La sabiduría del hombre ilumina su rostro”: del rostro recibimos la “luz de la Torá”, una Torá que ilumina el mundo y revela la intención interior de su creación.
Entregar la Torá de todo corazón introduce la esencia de Di-s, “‘Yo soy’ quien Soy”, en la Torá – “Yo Mismo he escrito Mi alma y la he entregado”.
El reconocimiento de estas cuatro dimensiones en la Entrega de la Torá se expresa en nuestro aprendizaje: «Como el agua refleja cara a cara, así el corazón del hombre refleja al hombre». Al estar «cara a cara» con Di-s (el Hombre Supremo), sentimos una devoción sincera y nos entregamos a Él con todo nuestro corazón. Por el contrario, el corazón anhelante busca el maravilloso encuentro «cara a cara»: «Mi corazón dice de Ti: “¡Busca Su rostro!”».
Cuando el rostro y el corazón están presentes, el corazón interior se revela en el habla desde la boca, y “las palabras que vienen del corazón entran en el corazón y tienen su efecto” en el cumplimiento real de la Torá y las mitzvot, con las manos y todos los miembros y órganos del cuerpo.
Pero el estudio de la Torá tiene como propósito enseñar: “Si has aprendido mucha Torá [o incluso un poco…], no te atribuyas el mérito”, sino enséñala a los demás, exactamente como lo hace Di-s: con un lenguaje vital y didáctico, con las manos abiertas que acercan los asuntos a su mundo, demostrando y transmitiendo las enseñanzas según su capacidad de entendimiento, con un semblante resplandeciente y, lo más importante, ¡con todo tu corazón!