EL BALBUCEO SAGRADO

El servicio a Dios en general y la oración en especial depende de nuestro intelecto. Las oraciones de una persona con un intelecto superior o elevado fluyen más fácilmente de sus labios y están más iluminadas. El judío preocupado de nuestra historia no tiene ninguna propensión revelada por el intelecto, ciertamente no por el intelecto expandido. El único intelecto que exhibe es el suspiro que emite mientras corre para rezar la oración de la tarde. Este suspiro es el único remanente débil del atributo intelectual de Daat, el conocimiento, cuya experiencia interna es la unión, ijud; el suspiro es una expresión de su sentimiento de unión con Dios, que le gustaría cristalizar más plenamente pero no puede debido a donde lo ha llevado su vida.
El Maguid de Mezritch compara el placer que Dios obtiene del servicio de los seres creados con el placer que tiene una persona al observar un pájaro parlante. No se “supone” que los pájaros hablen, pero cuando un pájaro parlante es llevado ante el rey, es una fuente de deleite. Es algo novedoso, un fenómeno extraordinario, y suscita mucho interés y gran asombro. De la misma manera el hablar vacilante del judío de nuestra historia, esas palabras de oración que pueden ser confusas y desarticuladas, también despiertan el mayor placer Arriba.

El Sexto Rebe de Lubavitch, el Rebe Raiatz, escribió lo siguiente sobre el suspiro de un judío:[1]

No nos salvaremos solo con suspiros. El suspiro es solo el recubrimiento de la llave que puede abrir el corazón y los ojos para que no nos quedemos con los brazos cruzados [sin hacer nada].

Hay un suspiro que sirve de disculpa por la falta de acción y la debilidad. Tal suspiro viene a legitimar el presente y, en efecto, también lleva el estado presente al futuro. Pero hay un suspiro diferente, un suspiro que no pretende sustituir a la acción. Más bien, brota de las profundidades del alma que está afligida por el estado actual y preocupada por su distancia de la Divinidad.Este tipo de suspiro es muy precioso, pues es expresión de la profunda conexión del punto esencial del alma con Dios. En realidad, no es la persona quien conscientemente suspira. El suspiro se le escapa de dentro como un regalo de lo Alto (como el pensamiento de arrepentimiento que de repente entra en la mente, sin preparación previa). De repente, escucha la esencia de su alma suspirando, y él es el primero en sorprenderse por la verdad que hay en el suspiro. Este tipo de suspiro es muy precioso, pues es expresión de la profunda conexión del punto esencial del alma con Dios. En realidad, no es la persona quien conscientemente suspira. El suspiro se le escapa de dentro como un regalo de lo Alto (como el pensamiento de arrepentimiento que de repente entra en la mente, sin preparación previa). De repente, escucha la esencia de su alma suspirando, y él es el primero en sorprenderse por la verdad que hay en el suspiro.

El suspiro revela a la persona cuánto se esfuerza su alma por la cercanía con Dios y cuánto se ha desviado en su vida de este deseo interior. El susto causado por el suspiro es el mejor motivador para la acción real, que es lo único que puede mejorar su condición.[2]

El Cuarto Rebe de Lubavitch, el Rebe Maharash, dijo lo siguiente sobre este tipo de suspiro:[3]

El suspiro de un judío que proviene de algo perturbador en el plano material también se considera una forma de gran arrepentimiento. Un suspiro que proviene de algo perturbador en el plano espiritual es ciertamente una forma de arrepentimiento elevado. El suspiro libera de las profundidades del mal y las coloca sobre una buena base.
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Notas

Haiom Iom, 23 Tevet. Véase también 8 Adar B
Likutei Moharán (Parte 1, Torá 109) explica: El suspiro que una persona suspira por sus pecados o por su falta de aprensión es mejor que una serie de privaciones y ayunos autoimpuestos. Porque un ayuno rompe solo el cuerpo, pero un suspiro rompe todo ser (ver Berajot 58b). Además, transforma el alma y instintos animales del mal al bien. Porque el aliento del hombre es la cuerda que conecta el alma al lugar de su raíz, para bien o para lo contrario, Dios no lo quiera. Y cuando suspira, es como un aspecto de “Retiras tu aliento, y ellos perecen” (Salmos 104:29), y luego se desconecta de la cuerda materialista a la que originalmente estaba amarrado, y se conecta a una cuerda diferente, según el suspiro.
Haiom Iom, 3 Tamuz

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