INCLUYENDO LA IZQUIERDA EN LA DERECHA


De un shiur del rabino Itzjak Ginsburgh, 20 Jeshvan 5773

El Judio Errante


Parashat Vaierá es la segunda parashá que se ocupa de toda la vida de Abraham (la parashá siguiente se centra en Isaac, a pesar de que Abraham estaba aún con vida). La parashá termina con la culminación del servicio de Abraham en la tierra, el sacrificio de Isaac, el décimo y último juicio que soportó.


Tal como Abraham comenzó su camino en la parashá anterior, caminando hacia una tierra desconocida, “Ve por ti mismo de tu tierra… a la tierra que yo te mostraré”, así el mandamiento de Dios a Abraham que sacrificara a Isaac usa un lenguaje similar: “Toma a tu hijo… y ve a por ti a la tierra de Moriá y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré”. De hecho, Abraham pasó su vida entera en una excursión sin fin, desde la primera vez que salió hacia un destino desconocido, hasta “Abraham viajó de ida y vuelta hacia el sur”, entonces Dios le ordenó: “Levántate y viaja a lo largo y ancho de la tierra”, seguido de “anda delante de Mí y sé sincero”, hasta su última expedición al monte Moriá. Los sabios describen los “pasos de Abraham” como pasos gigantescos que cubrían enormes distancias sin cansarse.


Obviamente, el caminar de Abraham no es simplemente un acto superficial, sino también un símbolo de un avance espiritual profundo hacia un objetivo específico. ¿A dónde estaba yendo Abraham realmente? ¿No podía tener un momento de respiro de estar constantemente en movimiento?


La bondad y la fe


La clave de esta pregunta se encuentra en el versículo: “Abram viajó ida y vuelta hacia el sur.” Según la Cabalá, el sur, la dirección más luminosa, siempre bañada por la luz del sol, representa el atributo de bondad, mientras que al norte es oscuro y representa el atributo del poder, el miedo y la contracción. Por lo tanto, Abraham estaba desarrollado continuamente su atributo de “bondad” y su amor por la gente y por su Creador evolucionado permanentemente.


En nuestro artículo anterior mencionamos la transición de Abraham desde la verdad a la bondad amorosa y ahora vemos que a lo largo de su vida, su amor se desarrolla continuamente y cada día se revela de nuevo que es posible ser aún más “sur”, más caritativo y menos contraído.


La fe correcta


En la Torá, el sur está a la derecha, opuesto al norte que está a la izquierda. Sin embargo, la raíz de “derecha” (ימין , iemín) está relacionada con la palabra “fe” (אמונה , emuná) al punto de que a veces son intercambiados en la Biblia. Así, además de la mejora constante de Abraham de su bondad amorosa, ir hacia el sur también representa el desarrollo de su fe.


De hecho, Abraham se destacó por su fe, como se destacó por su misericordia, como está escrito: “[Abraham] tuvo fe en Dios y Él [Dios] se lo consideró caridad”. Abraham es considerado como la cabeza “de todos los creyentes”, estableció la verdadera fe en un sólo Dios y lo enseñó a toda la humanidad. Caminar representa un vector de fuerza de avance hacia la fe. Obviamente, sólo alguien con mucha fe puede caminar hacia lo desconocido y salir a sacrificar a su hijo por decreto divino. La fe de Abraham no estaba estancada sino en avance, creciendo y floreciendo desde su surgimiento. Abraham reveló el secreto de la fe infinita.


Estas dos connotaciones de ir hacia el sur -hacia la bondad y hacia la fe- están obviamente conectadas entre sí. Un ejemplo de cómo las dos están conectadas se demuestra con Hilel el Anciano, el hombre de ilimitada bondad amorosa, uno de los “discípulos de Aarón, [que] ama a las personas”, que no sólo era una persona tan humilde y paciente que nadie nunca le molesto, sino también era un hombre de gran fe en que Dios le enviara su sustento diario, “Bendito sea Dios, día a día”.


El judío se Pregunta 


Así como los efectos limitantes del juicio son relativamente “izquierda”, mientras que la bondad amorosa fluye libremente de la “derecha”, así el poder penetrante de la fe en la “derecha” se equilibra con los límites y fronteras de la inteligencia en la “izquierda” (la “izquierda” se refiere aquí a la parte izquierda de la santidad y no a la “izquierda” negativa).


En este contexto, Hilel, el hombre de la bondad y la fe, tiene su socio “izquierdista” en Shamai, que es más crítico y también tiene una mente aguda, como dice el Talmud que los discípulos de Shamai eran “más agudos” que los de Hilel (no obstante, la ley se determina de acuerdo a Beit Hilel porque era “indulgente y modesto”). Hilel a la derecha y Shamai a la izquierda.


Con esta nueva percepción, ahora nos encontramos con que desde un punto de vista espiritual Abraham constantemente estaba yendo y viniendo entre su “intelecto” y su “fe”. Obviamente, Abraham actuó sobre la base de un gran intelecto, comenzando su servicio de Dios con una curiosidad intelectual que le llevó a darse cuenta de que hay un Creador del mundo, como dice Maimónides muy claramente: “empezó a preguntar ya desde joven acerca del día y la noche… y su mente cuestionaba y razonaba hasta llegar al camino de la verdad y comprender la línea de justicia por sí mismo. Hasta darse cuenta de que hay un solo Dios”.


El intelecto de Abraham le llevó a alcanzar la fe, un estado de conciencia que ya no se rige solamente por el intelecto. A pesar de la profundidad de la inteligencia humana y su gran capacidad de expansión sigue siendo limitada, mientras que la fe en Dios no conoce límites. La fe toca la esencia, la esencia misma de la materia que está por encima de la mente. Como vemos en la Cábala, que la corona súper-consciente (la fuente de la fe en el alma) está por encima de todos los poderes conscientes incluido el intelecto. Abraham dejó a un lado todos los conocimientos que había adquirido a través de su intelecto en la comprensión de que a pesar de todo lo que sabemos, en realidad no sabemos nada. Por encima de mi conocimiento está mi fe simple y sincera.


Esto no fue un acto aislado por parte de Abraham, sino un proceso constante de avance desde la inteligencia hacia la fe. Abraham no permaneció inactivo ni un momento y dedicó permanentemente su mente y conocimiento al entendimiento de la Divinidad, tanto es así que se abrían ante él nuevos horizontes de conocimiento cada día. Lo que sabe de Dios hoy es más de lo que sabía ayer, trayendo consigo una nueva “izquierda” que le obliga a moverse aún más hacia la “derecha”, elevándose de lo que a él le parece que hoy es la fe que está por encima de su intelecto, hasta que eso también es entendido dando lugar al nacimiento de un nuevo nivel de fe. Abraham viajó “atrás y adelante” del intelecto hacia la fe, a un nuevo intelecto y una más nueva fe.


El último viaje


Último viaje de Abraham al monte Moriá fue el mayor pináculo de fe que tomó su “derecha” hasta el extremo más alejado. En jasidut se explica que cada prueba que soportó Abraham era una prueba de la fe, siendo el más grande la prueba de la atadura de Isaac, que puso a prueba su fe hasta el límite extremo. El intelecto humano es incapaz de percibir la paradoja del momento: Dios mandó a Abraham que tomara a su tan amado y largamente esperado hijo -la materialización de la fe de Abraham de la promesa de Dios de que convertirse en “una gran nación” y la personificación de toda su esperanza en el futuro todo- para ofrendarlo ¡en un sacrificio de fuego! ¿Cómo no pensar que esta orden se opone directamente a la promesa Divina de que “de Isaac será llamada tu descendencia”? ¿Cómo no está en contradicción con las políticas educativas que Abraham ha enseñado a la humanidad? No se puede ofrecer una explicación lógica. Pero donde termina la luz de la lógica comienza a brillar el resplandor de la fe.


Inter-incluyendo a la izquierda dentro de la derecha


Mientras que Abraham representa la derecha, la bondad amorosa, su hijo Isaac representa la línea izquierda, correspondiente al temor y el juicio. Al unirse a Isaac en el altar y prepararse para ofrecerlo como sacrificio, parece que Abraham finalmente sale victorioso sobre la izquierda y alcanza la derecha definitiva, subiendo hasta la cima de la fe pura y descartando su intelecto por completo. Sin embargo, en la Cabalá, el sacrificio de Isaac no está representado en absoluto como una expresión de la victoria de la derecha sobre la izquierda, sino más bien como la “inclusión de la izquierda en la derecha”. Después de todo, Abraham no masacró a Isaac, Dios no lo quiera, ” No envíes tu mano hacia el muchacho”, sólo lo puso encima de las maderas y lo ató allí. Por lo tanto, el sacrificio de Isaac por Abraham simboliza la unión de la derecha y la izquierda juntas.


Al explicar la unión de Isaac de esta manera, infundimos una nueva significancia al acto de Abraham. Nuestra percepción habitual es que, para crear una nueva identidad, debemos alejarnos de nuestra identidad anterior. Así fue que cada vez que Abraham iba “hacia el sur”, a la “derecha”, se trasladaba más lejos de la “izquierda”. En cada paso adicional que tomó en la dirección de la “fe”, necesariamente tenía que dejar su intelecto detrás en una u otra medida. Sin embargo, en este nivel superior, el sacrificio de Isaac nos enseña que hay una manera de avanzar hacia nuestra meta sin abandonar nuestro pasado. Cuando damos un paso adelante hacia un nuevo destino, traemos con nosotros el pasado, la fusionando a los dos en una unión complementaria.


Abraham alcanzó el momento culminante cuando ató a su hijo que representaba a la izquierda “en el altar, sobre la leña”, pero entonces Dios revela que el fin último no es que la derecha debe masacrar a la izquierda y superarla, sino que deben unirse con la izquierda hasta que lleguen juntos su destino común.


Ahora podemos entender que la forma más elevada de la fe es que nuestro intelecto analítico y limitante de alguna manera está incluido dentro de la fe, jugando con la fe como una ballena en el océano y profundizando más y más en sus profundidades.


¿Quién conduce?


Al final de este proceso revelamos eventualmente que Isaac, la “izquierda”, es superior que Abraham, la “derecha”. De hecho, Abraham elevó a Isaac sobre el altar, pero no hay ningún versículo que diga que Isaac descendió desde allí. Los sabios afirman que Isaac se convirtió en un “holocausto” sin haber sido sacrificado.


En otras palabras, a través del acto de atar a Isaac en el altar, Abraham reveló que la raíz del alma de su hijo es más elevada que la suyo. A Dios se le conoce como “el temor de Isaac” (פחד יצחק , pajad Itzjak), pero esta frase también significa, “El miedo se reirá”. La revelación de que la izquierda está incluida dentro de la derecha es una completa innovación que trae una indescriptible alegría y risa al mundo. A pesar de que Isaac representa el atributo del juicio y el miedo, sin embargo, es por esto de él emanan una alegría tan grande y tanta diversión.


De hecho, en la Cábala se explica que Isaac es una figura mesiánico-futurista: Isaac (יצחק ) se ríe (צוחק , tzojek) y el Mashíaj (משיח ) se regocija (ישמח , ismaj).

¿Quién reirá último?

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